Evita que roben tus ideas

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Precauciones fundamentales para ponérselo más difícil a los que se adueñan de los proyectos ajenos.

¿Es mi idea realmente buena? ¿Tendrá éxito? Antes de ponerla en marcha, el emprendedor se enfrenta casi siempre a un mar de dudas. Contar tu proyecto no es malo si sabes cómo y a quién hacerlo. Pero toma precauciones: puede hacer un pirata que quiera arrebatártela.

Hace dos años quise poner en marcha una empresa con dos ex compañeros de colegio. Era de eventos creativos para el lanzamiento de marcas muy punteras y empezamos a trabajar con una firma de ropa en Barcelona. Estuvimos trabajando tres meses con ellos, habíamos pactado ya todos los presupuestos, lo que íbamos a cobrar nosotros, les habíamos preparado un dossier completísimo y en la última reunión se echaron para atrás. A los pocos días nos enteramos de que les habían dado toda nuestra información y diseños a su agencia habitual”.

Olivia Ramos resume con esta experiencia el miedo que tienen muchos emprendedores cuando quieren crear una empresa: que les roben la idea. En su caso, reconoce que pecaron de ingenuidad e imprudencia: “Teníamos que haber firmado un contrato de confidencialidad o haber registrado la propiedad intelectual. No lo hicimos y nos encontramos con que habíamos trabajado durante tres meses para que, al final, nos robasen el esfuerzo y la ilusión”, sentencia.

Mitos y realidades

Es frecuente que el emprendedor que tiene una idea de negocio dude si contarla o no a otras personas. Lo cierto es que, según los expertos, contarlo tiene ventajas.

La primera de ellas es que es bueno testar nuestro proyecto con terceras personas para que nos den su punto de vista ya que suelen ofrecer una visión más objetiva y analítica. Además, verbalizar el proyecto contribuye a hacer más patentes sus debilidades y fortalezas. Y, por último, también podemos aprender de los errores ajenos.

¿Es habitual la práctica de robar ideas? “Yo creo que en esto hay más mito que realidad. Si hablamos de la relación entre un potencial inversor y un potencial emprendedor, rara vez se produce esta situación cuando tratamos con profesionales. Tanto los business angels como las sociedades de capital riesgo normalmente no buscan ideas sino equipos gestores”, defiende Ignacio de la Vega, director del Centro Internacional de Creación de Empresas del Instituto de Empresa.

Juan Roure, profesor de Iniciativa Emprendedora del IESE, apunta en el mismo sentido: “Los negocios son las personas, su capacidad de hacer, no las ideas. Que no quieras compartirla cuando todavía no está afinada es normal, pero cuando ya tienes el equipo humano y las condiciones, seguir manteniendo el miedo a que te la roben puede ser indicativo de que no tienes capacidad de diferenciación operativa”.

“El buen emprendedor lo es porque, una vez detectada la necesidad en el mercado, sabe cómo pondrá en marcha esa idea para ganar dinero. Excepto en las empresas científicas, el resto de las ideas de negocio responden a necesidades del mercado; y cualquier buen observador es capaz de detectarlas, con lo cual es fácil que surja alguien con la misma idea. Lo que debes ser capaz es de encontrar el dinero y los clientes para tu proyecto”, confirma Eugenia Bieto, directora del Centro de Iniciativa Empresarial de ESADE.

Pautas de actuación

Con estas premisas, expertos y emprendedores nos presentan algunas de las estrategias básicas que conviene poner en práctica cuando queramos montar un proyecto a fin de evitar que nuestra idea sea copiada. Vamos a analizarlas:

1. Dirígete a inversores profesionales

El primer consejo es que te acudas a inversores profesionales: business angels asociados en networks (redes), sociedades de capital riesgo, bancos, entidades de crédito o similares. “Los primeros interesados en mantener una postura ética son ellos mismos porque se juegan su prestigio y su continuidad como empresa,” indica Roure. “Si algún inversor serio hiciese algo dudoso seguramente sería su primera y última inversión”, añade De la Vega.

Cuando se trate de inversores no profesionales, extrema las precauciones: no te dirijas a empresas del sector porque pueden tener mayor capacidad que tú para poner la idea en marcha y busca garantías de que son de confianza. Tendrás que dejarte guiar por tu propia intuición, pero, en cualquier caso, ten en cuenta el siguiente consejo.

2. Guárdate la información principal

Muestra sólo la punta del iceberg. En la primera reunión con el inversor o el cliente potencial le cuentas sólo la idea general. Se trata de realizar un sumario ejecutivo, el famoso Convencer en cinco minutos. Qué quieres hacer, qué necesidades cubres y con qué equipo cuentas. Y sólo informarás sobre cómo lo vas a hacer cuando hayas tenido varias reuniones y el inversor esté realmente interesado. No obstante, intenta guardarte la información principal, aquella que te puede diferenciar de tus competidores. Haz hincapié en la valía de tu equipo, en vuestra experiencia y formación.

Si es un inversor avezado, sabrá reconocer el valor añadido de los gestores y, si es un cliente, sólo necesita saber lo esencial. Según Mónica Grossoni, directora de Socialnet y del portal iestres.es, lo tiene claro. Reconoce que gran parte de su valor añadido es la novedad de su sistema para controlar el estrés: “Hay mucha gente que piensa que lo puede replicar, pero solamente salen sucedáneos malos. Somos expertos en formación de directivos y en psicología, lo que nos permite manejar la escena y controlar el contenido clínico”.

Grossoni confiesa haber recibido muchas propuestas de consultoras pidiéndoles el producto, “pero no me interesa porque en el fondo es el gran valor de mi empresa. Para evitar que se nos escapen detalles esenciales, depuramos mucho la información que se ofrece a los clientes y que se cuelga en Internet”.

3. No pierdas el tiempo. ¡Sé el primero!

Es importante tener en cuenta los plazos. “Cuanto más lejana esté la fase de desarrollo de la idea de su ejecución, más fácil será que te copien”, sentencia Roure. Y Bieto va más allá: “He visto triunfar una idea frente a otra por la velocidad en ponerla en marcha. Acelera el tiempo que va desde que se te ocurre la idea hasta su puesta en funcionamiento y evitarás imitadores”. Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los negocios, lo que cuenta es ser el primero en llegar.

4. No olvides registrar tus innovaciones

Cuando se trata de un proyecto tecnológico es imprescindible patentarlo o registrarlo. El valor de la compañía puede residir en ese desarrollo. En la oficina de patentes y marcas puedes encontrar todas las tasas. Aquí conviene tener en cuenta algunos pasos, como recomienda Fidel Rodríguez Batalla, director de Bioaurum, firma especializada en el asesoramiento de empresas en materia de protección de estrategias e inversiones.

Si eres una empresa que investiga, haz un estudio de patentabilidad del sector, “así vemos si realmente puedes proteger los resultados. Por ejemplo, en el sector de la alimentación no se suele patentar nada, pero en el farmacéutico todo”, señala. En segundo lugar, haz un estudio para extender la patente, cuánto mercado puedes abarcar y si te interesa económicamente extenderla a otros países. Lo normal es hacerlo para España, Europa, Japón, EE.UU. y China. Y, por último, debes decidir si comercializarás tú mismo la patente o si la vas a licenciar.

Cuando se trata de empresas que no investigan, pero que tienen una idea para comercializar y les falta el potencial investigador, se trabaja de dos formas: “Se licencia una patente a un tercero, adquiriendo los derechos de usarla a cambio de los royalties, o te aproximas a alguien que haga investigación (universidades o centros públicos)”, explica Fidel Rodríguez.

Existe un organismo, que se llama OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación), encargado de negociar un convenio o contrato para realizar una serie de actividades, donde se recogen unas cláusulas de confidencialidad y exclusividad y se fija la propiedad de los resultados obtenidos.

“Estos acuerdos funcionan sin problemas porque, o bien la empresa paga por subcontratar estos laboratorios, o los investigadores siguen investigando y desarrollando nuevas tecnologías pagadas por las empresas. El investigador incluye esas investigaciones en su currículum y la empresa adquiere la propiedad intelectual”, insiste Rodríguez.

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Fuente: Emprendedores